Esta ciudad es conocida históricamente por sus problemas con el tráfico, por las vías y por los usuarios. Como ciudad que ha ido creciendo a lo largo de los siglos sin estructuración o diseño con vistas al futuro, cuenta con numerosas calles, estrechas, y trayectorias de múltiples formas.
Ha sufrido varias reestructuraciones en los últimos años, cambios de sentidos principalmente, y sobre todo reducción de calzada en beneficio de espacio peatonal o aceras, lo que ha venido a llamarse humanización, que en algunas de las calles ha conseguido que el tráfico se paralice y forme interminables colas tras el autobús urbano de turno, o si es por la noche, del camión que va recogiendo la basura. Muestra de lo improvisadas de algunas medidas faltas de la correspondiente planificación. Era conocido el atasco en el que se podían llegar a meter ambulancias en su camino al Hospital Povisa cuando alguna de esas interminables colas de coches que no pueden avanzar adelante ni atrás no escuchaban al fondo las sirenas de la ambulancia que inútilmente pedía paso… No obstante, seguimos siendo los usuarios y no las infraestructuras los culpables de la inhumanización de la conducción, sobre todo cuando por nuestra comodidad ocupamos los espacios de las paradas de autobús urbano con nuestros coches, precisamente en estas calles estrechas es donde más abusamos de ello…
Tenemos muchos malos vicios, como pitar en los semáforos antes de que se pongan verdes, supongo que para que el que está en primera fila tome conciencia de que debe ir cogiendo sitio en el siguiente cruce.
Otro vicio es el de saltarse los semáforos, sobre todo por la noche, que debe ser que se ven menos… todos sabemos que el rojo por la noche no se ve… ¿O sí? Igual algunos llevan gafas de sol por la noche y ese quizás sea el motivo… pero sobre todo deben ser los cascos de motos los que también impiden mirar hacia arriba, y los ciclistas, a los cuales los semáforos les sobran en muchos casos y las aceras son sitios tranquilos por los que circular sin peligro, correctamente, o en dirección prohibida…
Los excesos de velocidad son claros… es difícil encontrarse coches circulando a 50km/h en la Gran Vía o en la Avenida de Madrid, siendo ésta la máxima velocidad posible, pero es que resulta que si vas a 50 te miran mal, alguno te echa las luces o incluso te pita…
Echo de menos una ciudad más humana. Una ciudad en la que respetemos las normas, convivamos los peatones con los demás vehículos y viceversa, porque no sólo los vehículos se exceden en el abuso de las calzadas y vías, sino que es habitual que los peatones crucen por donde les resulte más cómodo, independientemente del color del semáforo, y en ausencia de pasos de peatones, o incluso por la comodidad de evitar un pequeño paseo de unos metros hasta el paso habilitado más cercano. No es de extrañar que en los últimos meses haya sido significativa la proliferación de noticias sobre atropellos, más o menos graves, de personas, sobre todo en lugares no habilitados para cruzar pero también muchos en pasos de peatones, por las prisas que llevamos en nuestro día a día, donde un minuto nuestro parece valer más que la vida de otros…
Y, en esta tesitura de ciudad cada vez más humanizada, el vehículo individual por excelencia prolifera. La moto, que tiene cada vez más adeptos por las facilidades que la normativa municipal les otorga para aparcar, cada vez es más visible en aceras y espacios humanizados, en muchos casos excediendo la normativa, al igual que la exceden los coches en sus paradas en lugares destinados a carga y descarga, en zonas de detención y aparcamiento prohibido, o en doble fila, en esas calles de dos carriles en un sentido, pensando que no se molesta a los demás en su circular por la ciudad, cuando nada más lejos de la realidad, los conductores tienen que estar vigilando los cuatro puntos cardinales, no tanto para cumplir con la reglamentación de circulación, sino más por la tranquilidad de no tener un incidente que afecte a nuestra ya precaria economía personal y doméstica.
Y en la foto, el ejemplo más claro de falta de humanización… los espacios destinados al aparcamiento de bicicletas, tan sano y sostenible transporte, vacíos. Vale que Vigo, con sus pendientes, no sea el medio ideal para que cualquier usuario no habitual de la bicicleta se lance a la calle a disfrutar del paseo al trabajo, pero es que tampoco se fomenta ya que esa humanización que tanto se promueve, limitada al peatón, no incluye la generación de vías para ciclistas que tanto podrían ayudar a humanizar esta ciudad.
Me gustaría que las futuras humanizaciones, donde sean posibles, incluyan un metro menos de acera y un metro más de carril-bici… esta ciudad merece verla desde la calle, y nos falta el punto intermedio entre el largo y lento paseo a pie, y el corto y agitado desplazamiento en vehículo motorizado.